Correr es una actividad natural del ser humano y ya desde muy antíguo se ha documentado la existencia de competiciones. Las olimpiadas de los griegos son muy conocidas y también tenemos un ejemplo en la Ilíada. La Ilíada es el poema épico más antíguo de la literatura europea. Se atribuye a Homero hacia el 750 antes de Cristo. Esta creación artística es la plasmación por escrito de una tradición oral mucho más antígua cuyos temas se remontan hasta el 1.200 antes de Cristo.
En el Canto XXIII, versos 740 a 797, se describe una carrera en honor a Patroclo, amigo de Aquiles y muerto en la Batalla de Troya, en cuyo honor se estaban celebrando unos importantes funerales que incluían varias pruebas como carreras de carros, lanzamiento de jabalina, boxeo o lucha. Aquí tenéis el fragmento:
"El Pelida (Aquiles) sacó otros premios para la velocidad en la carrera. Expuso primero una cratera de plata labrada, que tenía seis medidas de capacidad y superaba en hermosura a todas las de la tierra. Los sidonios, eximios artífices, la fabricaron primorosa; los fenicios después de llevarla por el sombrío ponto de puerto en puerto, se la regalaron a Toante; más tarde, Euneo Jasónida la dio al héroe Patroclo para rescatar a Licaón, hijo de Príamo, y entonces Aquiles la ofreció como premio, en honor del difunto amigo, al que fuese más veloz en correr con los pies ligeros. Para el que llegase el segundo señaló un buey corpulento y pingüe y para el último, medio talento de oro. Y estando en pie, dijo a los argivos:
—Levantaos, los que hayáis de entrar en esta lucha.
Así habló. Levantóse al instante el veloz Ayante de Oileo, después el ingenioso Ulises, y por fin Antíloco, hijo de Néstor que en la carrera vencía a todos los jóvenes. Pusiéronse en fila y Aquiles les indicó la meta. Empezaron a correr desde el sitio señalado, y el hijo de Oileo se adelantó a los demás, aunque el divino Ulises le seguía de cerca. Cuanto dista del pecho el huso que una mujer de hermosa cintura revuelve en su mano, mientras devana el hilo de la trama, y tiene constantemente junto al seno; tan inmediato a Ayante corría Ulises: pisaba las huellas de aquél antes de que el polvo cayera en torno de las mismas y le echaba el aliento a la cabeza, corriendo siempre con suma rapidez. Todos los aqueos aplaudían los esfuerzos que realizaba Ulises por el deseo de alcanzar la victoria y le animaban con sus voces. Mas cuando les faltaba poco para terminar la carrera, Ulises oró en su corazón a Atenea, la de los brillantes ojos:
—Oyeme, diosa, y ven a socorrerme propicia, dando a mis pies más ligereza.
Tal fue su plegaria. Palas Atenea le oyó, y agilitóle los miembros todos y especialmente los pies y las manos. Ya iban a coger el premio, cuando Ayante, corriendo, dio un resbalón —pues Atenea quiso perjudicarle— en el lugar que habían llenado de estiércol los bueyes mugidores sacrificados por Aquiles, el de los pies ligeros, en honor de Patroclo; y el héroe llenóse de boñiga la boca y las narices. El divino y paciente Ulises le pasó delante y se llevó la cratera; y el preclaro Ayante se detuvo, tomó el buey silvestre y, asiéndolo por el asta, mientras escupía la bosta, habló así a los argivos:
—¡Oh dioses! Una diosa me daño los pies; aquella que desde antiguo acorre y favorece a Ulises cual una madre.
Así dijo, y todos rieron con gusto. Antíloco recibió, sonriente, el último premio; y dirigió estas palabras a los argivos:
—Os diré, argivos, aunque todos lo sabéis, que los dioses honran a los hombres de más edad, hasta en los juegos. Ayante es un poco mayor que yo; Ulises pertenece a la generación precedente, a los hombres antiguos, es tenido por un anciano vigoroso, y contender con él en la carrera es muy difícil para cualquier aqueo que no sea Aquiles.
Así dijo, ensalzando al Pelida, de pies ligeros. Aquiles respondióle con estas palabras:
—¡Antíloco! No en balde me habrás elogiado, pues añado a tu premio medio talento de oro.
Dijo, se lo puso en la mano, y Antíloco lo recibió con alegría."
No hay comentarios:
Publicar un comentario